miércoles, 9 de febrero de 2011

Lugares y No lugares

Mi padre llama a los centros comerciales (Mall), y especialmente al IKEA (esa empresa de progres gafapastas suecos que para que no te pierdas en sus edificios te ponen unas señales en el suelo que al seguirlas recorrerás todos los departamentos y así seguramente acabes comprando algo), como “los no lugares”, y ¿qué quiere decir con un “no lugar”? Pues el espacio que la cultura del “Wall Mart” (famosa cadena de supermercados megalómanos gringos) nos ha metido en la cabeza como la mejor forma de relacionarnos con nuestro vecino, el lugar donde la persona se va a despersonalizar, dejando de ser quien realmente es para adaptarse a como le han dicho que tiene que ser. Eliminando el espacio público y encerrándolo en un “bonito” edificio de luces y “agradable” olor en su interior tendremos a una gran masa, que con la necesidad de consumo, le da sentido a nuestro nuevo “lugar – no lugar”.

Esta idea es la antítesis de lo que los griegos y los romanos (“esta gente son antiguos, pero no eran tontos”, era la frase que me decía un profesor mío de Historia del colegio) habían concebido como su ágora o su foro. Ese verdadero lugar de encuentro, discusión y toma de decisiones que el pueblo tenía en sus ciudades y aldeas, desde la mismísima Atenas o Roma, a los pequeños asentamientos militares de las legiones en las provincias del basto Imperio Romano. Ese espacio público de gestión, de pensamiento, de creación de cultura y de relaciones humanas. Ese espacio que incluso cuando la cultura romana suplantó a la helena, lo respetó, y así si uno va a Atenas (probablemente el germen de lo que decimos ser, si un ateniense levantara la cabeza … poooobre), podrá visitar las ruinas del ágora griego y junto a él, las ruinas del foro romano.

¿Se nota la diferencia entre “el lugar” y el “no lugar”?

Y todo este paseo por los lugares y los no lugares me dio un bofetón en la cara en La Unión.

La Unión es una pequeña comunidad de unas 700 personas que viven al borde del manso río Guayas, frente al puerto de Guayaquil.

La Unión es un compendio de familias desplazadas por la potente industria camaronera (de gambas) que hay en la zona, hasta que les han arrinconado en una franja de apenas 75 metros de ancho por 400 metros de largo (no le hagáis mucho caso a las medidas).

La Unión es “un lugar” inventado en donde pegar a esa gente que molestaban a las piscinas de camarones.

El invento de La Unión, sin nada que se le parezca a servicios básicos, es la expresión del “no lugar” que la cultura del desarrollo y del comercio tiene previsto para los que molestan a tan glorioso fin.

La Unión es tener frente a sus casas el puerto de Guayaquil, o lo que es lo mismo, la puerta de entrada de la mayor parte de la riqueza del país. Y en cambio sobrevivir alejados de cualquier tipo de modelo de desarrollo sustentable.

Pero La Unión es el rostro de la señora curtido por el implacable sol que allí se da, por el lodo con el que convive 5 meses al año.





 La Unión es ese niño que va a su pequeña escuela o se embarca en el bote de Benito a las 5 de la mañana para ir al colegio en Guayaquil.





La Unión es el niño que se huele las manos y pone cara de extrañeza ante "tan raro" olor porque es la primera vez que se las han lavado con jabón antes de comer.

La Unión, como dice un gran politólogo, periodista difamador, antropólogo del pueblo, fetichista postmoderno guayacófilo y del Aleti muy amigo mío,  “confirma el derecho legítimo a la insurrección armada en determinadas circunstancias”.

La Unión es un “no lugar”, que no está envuelto en un bonito edificio de luces y colores, que no huele tan bien como el ambientador del Mall, que a los ojos de los que venimos del otro lado se nos queda metido en la retina.

Pero La Unión está formada por rostros, miradas, manos que lo convierten en un espacio en donde cada uno sólo puede ser él o ella mismo, en donde la despersonalización del “Wall Mart” no se da. En donde conoces a Andrés, que ahora que la gente más pobre de los pobres ya tiene su casa, él está solicitando la suya.

Creo que de alguna u otra forma, a La Unión te acabas uniendo.

Salud y “lugar”.   

Pd: Marc Augé acuñó el concepto "no-lugar" para referirse a los lugares de transitoriedad que no tienen suficiente importancia para ser considerados como "lugares".

Las fotos son obra del Àlex Oltra, fotógrafo del Grau y amigo de la Perimetral

4 comentarios:

  1. Bravo, bravísimo. Por suerte seguimos siendo humanos y tenemos las necesidades ancestrales heredadas de griegos, romanos, minoicos, hititas...de convivir creando espacios, lugares, más allá de los imperialismos económicos.
    Aún hay gente que se reúne en las plazas al son de unos tambores, en torno a una hoguera, para hablar con una cerveza de cómo cambiar el mundo...creando lugares con entidad propia, no esos monstruosos "sitios" indefinidos recién salidos de fábrica.
    Me encanta cómo recoges tus vivencias allá. Que La Unión haya sido condenado a ser un no-lugar, como dices, no lo vacía de contenido...La Unión, son todos ellos. Tú que puedes, dales voz.
    :)

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  2. Buena ñaño, ya me has erizado la piel, es un honor colaborar con las fotografias de esta forma. Me quedo con lo "Creo que de alguna u otra forma, a La Unión te acabas uniendo." Espero que las camaroneras, Nebot o cualquier concejal se de cuenta de esa situación y les facilite sercicios minimos. Que te oigan!

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